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2008/05/07 Adicciones sexuales

A sus 18 años, Simón era un bisoño en el barrio donde acababa de mudarse. Con un toque de sentido común se había integrado pronto a las costumbres de sus nuevos amigos. Sentía que era una oportunidad de empezar de nuevo. Cierto amaneramiento y una obsesión por mirar a sus compañeros de colegio en las duchas lo habían atormentado durante años, pero ahora todo aquello quedaba atrás, iba a ser como los demás muchachos.

El nuevo barrio le planteó retos que creyó fáciles de resolver: fiestas todos los fines de semana, harto trago y canto hasta quedarse sin voz. Era un excelente bailarín, por lo que pronto acaparó la atención de las chicas, que se lo peleaban para bailar con él. Algunas se prendaban de él pero, “diversión y baile”… nada más pasaba con Simón.

En un primer momento, éste era el ámbito en que se centraba. Los amigos y los tragos estaban a distancia. Fue tiempo después que nuestro personaje empezó a arrimarse al grupo “bravo”, con los que tomaban fuerte. No pudo evadir las presiones de los muchachos que le reclamaban su acaparamiento de las chicas. Tenía que demostrar “a lo macho” que era uno de ellos.

Con el tiempo las cosas cambiaron radicalmente y ya no se le veía en las pistas de baile tanto como en el fondo, libando fuerte. En algún momento, alrededor de sus 20 años, Simón empezó a sentir la tortura de sus impulsos, esta vez de toquetear a los amigos, buscando abrazos, cercanía, desarrollando una obsesión por verlos cuando orinaban. Se las ingeniaba para meterse con ellos al baño para, a la disimulada, mirarles el pene. Se excitaba doblemente, tanto por mirar los penes como por la sensación de que podía hacerlo sin que ellos se dieran cuenta.

En casa se masturbaba con mil fantasías en las que predominaban las evocaciones de lo vivido... Luego, se sentía mal y empezaba la lucha contra esos impulsos. En solitario empezó a ver películas pornográficas.

En una de las reuniones con los amigos encontró cierto eco que decidió explorar: Julián, un hombre que le doblaba la edad, lo miró diferente. Fue como si se reconocieran, como que habían tomado un acuerdo desde esa mismísima mirada. Así, esta vez en el baño pasaron otras cosas y Simón quedó fascinado con su nueva experiencia.

Comenzó a llamar día y noche a Julián. Se veían a diario para sus encuentros sexuales. Lamentablemente, con Julián también conoció el consumo de pasta. Sentía que la coca le daba ímpetus para entregarse a las caricias que se prodigaban. Una, dos, tres veces eran insuficientes sexualmente hablando. Obsesionado, no podía dormir sin masturbarse… también una, dos o tres veces… hasta quedar exhausto.

Simón se fue abandonando. Los remordimientos se fueron haciendo fugaces. Dejó el estudio. Se dedicó tan sólo a esperar el momento del reencuentro de cada día con Julián, a la vuelta del trabajo de éste.

Tema:

Las adicciones son generalmente más conocidas a partir de la dependencia que generan las diferentes drogas, llegando a destruir la vida de las personas. Existen, sin embargo, otras formas de adicción: adicciones al trabajo, a la comida, al juego, a gastar... al sexo, etc.

Las adicciones se caracterizan por su carácter compulsivo, por imponerse a la voluntad de las personas. Tienen una raigambre profundamente inconsciente, que denota la presencia de un vacío que se pretende llenar con el uso de la droga elegida, cualquiera que ésta sea. Suele ser que los adictos desarrollan sentimientos de impotencia frente a los intentos de controlar sus adicciones. Estos intentos generalmente fracasan generándoles sentimientos de vergüenza.

Con ello, se suelen deteriorar sus potenciales, llenándose su mente de una suerte de idea fija y una sensación de vacío que los lleva a actuar cada vez con más ímpetu. Esto va comprometiendo y envileciendo sus vidas y relaciones.

En la vida moderna, tan marcada por la soledad, por las exigencias ligadas a la obtención de lo material para subsistir, quedamos atrapados en un sistema de sobrevivencia. En muchos casos, las necesidades de relación humana no son satisfechas desde la más temprana infancia, de allí la desesperación del adicto por llenar un vacío que crece con cada intento de taparlo. Y esto es todo lo que hace: tratar de “tapar” este vacío. Pero sabemos que el vacío continúa.

Las adicciones sexuales, que pueden ser heterosexuales, homosexuales o masturbatorias, toman diferentes modalidades compulsivas: una obsesión por la pornografía, voyeurismo, seducción con enamoramientos furibundos y fugaces, dependencia tremenda en la relación de pareja con sexo obsesivo, realización de fantasías “perversas”, etc.

Muchas veces estas tendencias encuentran alianza en el consumo de alcohol o drogas, que funcionan como “la llave” que abre este espacio interior en donde un ser hambriento e insaciable busca aplacar su demanda… sin lograrlo.

Simón ha quedado atrapado en una obsesión adictiva al sexo y a la pasta. En su mente resulta intolerable el vacío. Una sensación dolorosa lo inunda y lo empuja a buscar formas compulsivas de cubrir dicho vacío.

Si revisamos su historia brevemente, vemos que su madre lo había sobreprotegido, lo había convertido en el motivo principal de su vida. El llenaba todo… El problema es que mamá era depresiva y Simón le servía como una especie de calmante. Por ello, no hubo un lugar real para Simón. El “era” en tanto respondía a las necesidades depresivas de mamá.

Papá fue un hombre distante, dedicado al trabajo y a las mujeres. No resultó un asidero para Simón.

Cuando conoció a Julián, Simón encontró una veta múltiple: se consiguió “un papá” (Julián es 20 años mayor), para quien él era indispensable (como lo era para su mamá); y, a la vez, es también como él mismo. Tres en uno… para qué más… El mundo queda allá lejos... "Su mundo" es ahora esta "maravillosa situación" que lo libera momentáneamente de toda angustia. Se entrega totalmente a una dependencia infantil. Ha sido tomado por una adicción al sexo y... algo más.


Sugerencias

• Es posible que tenga una adicción sexual sin saberlo.
• Las sexuales, como las demás adicciones, convierten al Yo en un objeto. Hay que ayudar al Yo a ubicarse como sujeto de su situación.
• Es necesario revisar qué hay detrás de una adicción, que cosas trata de tapar.
• La excesiva necesidad de dependencia, por frustración o sobreestimulación, predisponen a las adicciones.
• Sus hijos nacieron para ser queridos y reconocidos. Si usted los “usa” para llenar sus propias necesidades los expone a una adicción.
• El que la adicción sea sexual deriva de factores propios de la constitución y de los condicionamientos del entorno familiar o social.
• Simón tendría que hacer un balance de los perjuicios y beneficios que le acarrea su adicción sexual para intentar controlarla con ayuda especializada.
• Son recomendables los tratamientos combinados de psicoterapia y psicofármacos.
• El trabajo para superar las adicciones se beneficia mucho, también, con los grupos de autosostenimiento.
• Mientras más tiempo se deje pasar sin intentar una solución, más se profundizará el problema.

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