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2015/02/16 Angustia y pánico


Hace un tiempo circulaba un chiste, entre los varones, que decía que angustia es cuando fallas por primera vez la segunda y pánico cuando fallas por segunda vez la primera.

En realidad, la angustia es un cuadro que ha trascendido los niveles normales del sistema de alerta ante un peligro o algún reto importante que pone en jaque las capacidades del sujeto para resolverlo.  

Angustia es un conjunto de manifestaciones físicas y psicológicas, emociones emparentadas con el miedo y manifestaciones físicas, como taquicardia, sudoración “fría” intensa, sofocos, escalofríos, sensación de falta de aire, aceleración intestinal, tensión muscular, a las que se agregan falta de sueño o dificultad para dormir, ideas fijas, temor a fracasar… y un largo etcétera.

El pánico comparte  las características anteriores pero en un nivel de intensidad mayor, al punto de perder el control de la emoción y no poder conectarse con otra cosa que no sea esa intensa angustia que inunda todo.

El pánico implica una sensación de impotencia y desorganización a la que acompaña una sensación de muerte inminente, casi siempre ligada al síntoma de taquicardia y de asfixia, a las que suele sumarse un dolor en el pecho, que en medicina se denomina “angor pectoris”. 

El episodio de pánico suele ser agudo, aparece en circunstancias sin mayor relación con estas emociones y, a veces, es una reacción absolutamente desproporcionada que explota ante un estímulo que usualmente no ha sido perturbador, por ejemplo, un problema en el ascensor o ir caminando por una calle oscura.

Ambos, la angustia y el pánico, pueden aparecer como un episodio único, y no volver a aparecer.  Pero, en tanto es un signo importante de un desequilibrio en la persona, más vale recurrir a un profesional para indagar sobre sus causas.

A propósito de las causas, cabe saber que cada individuo, a lo largo de su historia, va pasando por momentos y experiencias que dejan huella en el inconsciente.  Algunas veces esas huellas han tenido el carácter de traumático y, cuando surgen la angustia o el pánico, es una buena oportunidad para intentar resolverlo.

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