(Publicado en la Revista Resource)
En nuestra vida
cotidiana hay un componente importante de intercambio en las relaciones
interpersonales, que se da a través de la risa, el humor y el juego. La risa tiene un poder activador
neurofisiológico que permite revivir el tono afectivo vital de las personas.
Sin embargo,
varios investigadores se han percatado en los últimos años de que las personas
absorbidas por su trabajo y múltiples ocupaciones se han olvidado de reír. Esto ha derivado en que algunos profesionales
desarrollen una terapia de la risa, encontrando en ello respuestas muy
favorables para la vida cotidiana y la vida laboral.
Un signo de buena
salud es descubrir la posibilidad de reírse de uno mismo. Dicho de otro modo, uno nunca debe tomarse
demasiado en serio a sí mismo, lo cual puede llevar a enfermarse o perder la
posibilidad de relacionarse saludablemente.
Es así que, a
veces tomados por la seriedad del trabajo, trasladamos nuestra seriedad a la
casa, y nos convertimos en seres exigentes y obsesionados con la perfección, en
cuyo nombre muchas veces torturamos a nuestros hijos o a nuestra esposa. Por lo que haríamos bien en recordar que se
logran mejores resultados a partir de tomar las cosas con humor, el cual no se
opone al rigor. Se trata de conseguir un
balance en el que no se pierda este componente.
A veces, nuestros
trabajos se convierten, más que lugares de realización, en algo más parecido a
cárceles que nos tornan tensos, severos, taciturnos, estresados y
preocupados. Un jefe rígido va a tener
probablemente un personal que cumple por miedo y quizás su producción esté
solamente sostenida por eso. Por el
contrario, cuando hay humor, es más fácil la identificación con el logro del
objetivo y es más probable lograr una buena mística de trabajo.
Igualmente,
nuestros hijos y nuestra familia nunca podrán entender por qué el trabajo, que
nos da tantos beneficios económicos, al mismo tiempo nos pone de tan mal
humor. Muchos chicos que se han criado
viendo esta imagen de los padres después presentan problemas de rechazo o
extrema pasividad frente al reto de la universidad o tener que esforzarse en el
trabajo. En el fondo, sienten que esto
es el resultado de tener un padre de mal humor y muchas veces ausente.
Considero que
esto hace importante que la risa tenga un capítulo en nuestras actividades, ya
sea con los trabajadores como con la familia.
Es indispensable vincularse desde la risa, la alegría, el afecto. No debemos olvidar que los afectos son algo
que se transmite y un saludo amable siempre va a resonar en quien lo
recibe. Una risa devuelve la confianza y
nos facilita la tarea.
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