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2013/10/29 El pánico a la penetración

Hace poco, en un diálogo con el público de RPP (Radio Programas del Perú), tocábamos este tema y, como suele ocurrir, hubo mucha participación del público por vía del twitter.

Éste es un problema bastante frecuente.  Solemos enfocarlo en relación a la mujer pero vale aclarar que ocurre también en el hombre (en este caso, se trata de la angustia de penetrar… y, en otros casos, de ser penetrado).

Hay diferentes causas para que esta situación se produzca:
  • Una de ellas proviene de experiencias traumáticas, como abuso, violación o similares, que dejan huella más profunda en la medida en que se hayan producido más temprano en la vida. En algunos casos, el trauma puede desencadenar hasta un delirio ante la posibilidad de ser penetrada, es decir, el antecedente traumático puede haber afectado la estructura misma de la persona, de manera que no puede discriminar la naturaleza del acto sexual del presente o el pasado, la fantasía o la realidad.
  • Otras causas del pánico a la penetración provienen de conflictos inconscientes, casi siempre relacionados con una educación represiva en donde el sexo es propuesto como malo o condenable. La persona lo siente como una falta terrible para con sus padres o con Dios, según el caso. Ciertamente la vivencia es mayor en la medida en que no se ha alcanzado una madurez psicológica suficiente como para construir sus propios criterios.
  • Otras oportunidades en que el pánico aparece es cuando se teme al embarazo, sea por tratarse de una situación indeseada en el inicio sexual o cuando, después de haber tenido varios hijos, la madre siente la inmensa angustia de volver a concebir. Puede llegar a ser tan intenso que no hay recaudo que le garantice que está suficientemente protegida de salir encinta.
  • Hay personas que por excesiva sensibilidad al dolor y/o falta de experiencia de la pareja a la hora de facilitar la lubricación, reaccionan con mucha angustia.
  • Otros casos de angustia o rechazo a la penetración pueden tener que ver con conflictos inconscientes en relación al varón, sea porque compiten con él o porque se sienten sometidas a él. No siempre corresponde a la actitud real de la pareja, si bien es frecuente que muchos varones tengan una actitud violadora o maltratadora respecto a sus mujeres.
  • Por último, no hay que desdeñar la realidad de que la mujer tenga motivos reales de dolor, por inflamación, himen fibroso, ovario poliquístico, etc., por lo cual es necesario siempre descartar causas físicas, cuando el disfrute de la relación da paso a este tipo de reacciones.
Entre las llamadas que nos hicieron hubo una que se refería a la angustia derivada del tamaño del pene, situación que, de acuerdo a las circunstancias, puede resolverse por la vía de un buen acomodamiento o el uso de rodetes arrollados en la base del pene.

En el varón, la angustia de penetrar a la mujer proviene de fantasías diversas, entre las que resaltan las que, en el psicoanálisis, llamamos “de castración”.  Hay, también, otras motivaciones inconscientes, como el temor a quedar pegado, atrapado por la mujer (o muy confundido con ella), situación que nos habla también del grado de integración de la estructura del varón: a mayor desintegración, mayor nivel de angustia o de fantasías terroríficas ante la penetración o incluso ante la visualización del genital femenino.

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