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2015/02/05 El vacío interior


Me ha tocado atender varias veces a excelentes profesionales que, merodeando los 40 años (o aun menos), me dicen: “No sé que me pasa. Tengo todo: una excelente carrera, una linda mujer, hijos maravillosos, no tengo preocupaciones económicas… pero siento un vacío… A veces, me viene con angustia; otras veces, con nostalgia de no sé qué…”

La mayoría ha tenido una carrera exitosa. Con frecuencia, fueron los primeros de la clase en el colegio; luego, destacaron en la universidad; y, no les fue difícil ingresar en el mundo laboral. Muchos desarrollaron una gran auto-exigencia sumada a un nivel de compromiso por encima del promedio.  Su permanente preocupación por la excelencia, hizo que algunos se mostraran obsesivos en su consecución, obstinados con que el éxito coronara sus carreras y con que su valoración laboral los premiara constantemente.

Pero, un buen día, empezaron a notar ese vacío, esa sensación de angustia o, incluso, alguna crisis de pánico. En ocasiones, desarrollaron un brusco desinterés por su trabajo.

En sus historias hay, como se puede suponer, una serie de variables.  Pero, el común denominador parece ser que se dedicaron, como fuere, a ocupar un lugar destacado para tomar distancia de los problemas de la infancia o en un intento de ganarse el afecto de los padres por encima de sus hermanos. Casi siempre fueron los primeros de la clase, desesperándose si no lograban el primer puesto. Muchos relatan que sus padres no toleraban menos que eso; es más, no siempre les celebraban los logros porque “ése era su deber…”

En su desarrollo predominaron el esfuerzo y el sentimiento del deber, pero mezclados con el temor. Con frecuencia, desde niños, sintieron que tenían que cuidar a sus padres o no molestarlos. A veces, estos padres esperaban que sus “héroes” les dieran las satisfacciones que ellos mismos no habían logrado. Generalmente, los padres no tenían talento para las relaciones afectivas o podían, incluso, ser violentos con los castigos.

Vemos que aquel vacío que aparece en sus vidas es en realidad el vacío de sí mismos. Educados para satisfacer la exigencia de terceros, no pudieron funcionar en la vida en base a sus propios deseos.

Es allí donde la psicoterapia les tiene reservado un espacio… para que puedan encontrarse.

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