viernes

2018 08 05 Mi amigo Luis


Estoy apenado, profundamente apenado por la brusca desaparición de un gran amigo. Uno siempre piensa que no debió pasar, que la vida ha sido injusta… pero no nos queda otra opción que aceptarlo resignados… y recorrer, desde el recuerdo, evocaciones de las no muchas ocasiones que compartimos, pero que fueron tan intensas y profundas que calaron hondo en el registro del afecto, del aprecio y de la experiencia de intimidad compartida.

Tuvimos largas conversaciones sobre la fratría, lo cual nos llevó a relatarnos intimidades, como la fantasía que me acompañó de niño, en la que me identificaba con José, el hijo de Jacob, el que leyó los sueños del faraón, cosa que siempre me recordaba, con alguna aguda extensión interpretativa, siempre pertinente. Qué sé yo, qué más puedo decir,  fue un honor conocerlo, era un gran profesional, prolífico y creativo… y, a la vez, tan sencillo, tan cálido!

Hora de despedirnos Luis… guardaré con cariño tu recuerdo y el gran ejemplo de la manera que integraste la profesión con tu vida… el especial lugar que la amistad y el afecto tuvieron para ti…

¡Descansa en paz, querido amigo! 



Quiero compartir una cita de Luis que grafica lo que  transmitió a lo largo de su vida:


“La amistad surge como una necesidad vital en la condición humana. Nos aporta subjetividad, nos hace individuos, nos ofrece un refugio intra psíquico irreductible en el que se mantiene la diferencia del sujeto con el otro y al mismo tiempo su co-pertenencia con los otros. El amigo representa un horizonte esperanzador que siembra futuro y contrarresta las adversidades de la vida. Opera como un contrapoder liberador a los mandatos endogámicos impuestos y ejerce además sus frenos a la cultura de la hiperaceleración vertiginosa de los tiempos actuales que imprimen una creciente alienación y un aplanamiento afectivo y representacional”.
                                                                                 Luis Kancyper




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