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2015/02/13 La esquizofrenia

Podríamos hablar más bien de “las esquizofrenias” porque éstas tienen diferentes expresiones y grados de compromiso del funcionamiento mental.  El comienzo de la enfermedad suele ser relativamente precoz, generalmente debuta en la adolescencia, confundiéndose algunas veces con las conductas propias de esa etapa.

En los inicios, suele haber retraimiento, un “apagamiento” de las emociones, conductas e ideas extrañas, muchas veces religiosas, y orientaciones hacia temáticas a menudo incongruentes, sostenidas con convicción, lo que ya le confiere una tonalidad obsesiva, reiterativa y, a veces, delirante.   

Cuando se instala ya como enfermedad, pueden aparecer alucinaciones auditivas, sentimientos de persecución, a veces sutiles, como que la gente los observa, los mira o habla de ellos. Esto suele acompañarse de ideaciones, como que las personas los envidian, les quieren hacer algún daño, ejercer su influencia sobre ellos, etc.

A partir de esto se va instalando un paulatino rompimiento con la realidad, manejándose frente al mundo sobre la base de estas ideas y sentimientos.  Es decir, se retraen sobre sí mismos. 

En el extremo del rompimiento con la realidad está también el de la ruptura de los lazos familiares, sintiendo a los familiares como amenazantes.  Esto, sumado a una respuesta poco comprensiva de los familiares, deriva en que los veamos deambulando por las calles, carreteras, viviendo en covachas, de manera precaria, acompañados o torturados por sus delirios.

Lo más importante en relación a la esquizofrenia es considerar que el diagnóstico mientras más precoz sea mejor pronóstico tiene, por supuesto, si es que es seguido por la instauración de un tratamiento de por vida.  Este tratamiento permitirá el control y atenuará el deterioro que suele darse en estas enfermedades.

La esquizofrenia suele tener como antecedentes a familiares que también la han padecido. Es decir, existe una predisposición genética.  A esta predisposición suele sumarse un entorno familiar disfuncional.  Alguna vez se consideró que estos pacientes tendrían una madre “esquizofrenógena” (una madre que da mensajes contradictorios, confusos y con sentimientos encontrados respecto a su hijo o hija).

Actualmente, se ha avanzado mucho en la elaboración de medicamentos para controlar esta enfermedad, lo que hace que el pronóstico sea muchísimo más alentador que hace 20 años.


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