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2015/09/01 Más me pegas, más te quiero...

Una frase parecida a ésta, es: “fiel al castigo”.  Vivimos en medio de una realidad en la que constantemente vemos el dramatismo de personas que son violentamente maltratadas por su pareja y, sin embargo, no se separan de ésta, a veces por una justificación económica, a veces aduciendo que es lo normal y que “hay que aguantar no más…”, lo cual suele ser el consejo de mamá.

En algunas oportunidades, incluso, hemos podido observar que cuando intervienen la ley o alguna persona a favor de la maltratada, ésta se pone furiosa porque están atacando a su pareja.

Cómo explicar una situación que a la mayoría le resulta incompatible con la idea de emparejamiento… En realidad, hay una serie de condicionantes que la favorecen, entre las cuales podemos mencionar los hábitos culturales  -y, ojo- que no solo es el varón el que maltrata o pega a la mujer; en nuestra serranía, ella también tiene “sus derechos” de hacerlo, una manera de expresar su rabia o frustración, acaso su “declaración de amor” o de interés, ya que si no lo hacen podría tomarse como que “no lo quieren”, porque no se estaría cumpliendo con lo esperado.  En todo caso, supone un instrumental en los acuerdos de pareja en donde hay poco lugar para el diálogo reflexivo.

Otra razón para los emparejamientos con maltrato físico o psicológico tiene que ver con sentimientos de culpa en donde la pareja comparte la fantasía de origen infantil de que están en pecado y la agresión forma parte de un castigo. A veces, la “falta” proviene de una reproducción de un “niño tirano” que castiga a la mujer que no alcanza a atenderlo como su madre lo hacía. En el fondo, de alguna manera, castiga en su mujer a su madre, a quien no alcanzó a respetar verdaderamente o hacia quien guarda rencores ocultos que no se atrevería a reconocer. En todo caso, hay una dimensión de apego intenso dado el nivel de necesidad infantil que está involucrado en este tipo de parejas.

El cuadro más dramático lo reproducen parejas que en el fondo tienen inmensas carencias emocionales, con severas historias de abandono o maltrato violento. En ellas, la demanda de afecto es inmensa, tanto que resulta intolerable, por lo que prefieren mediar sus relaciones usando la agresión y el maltrato. Es preferible usar la agresión (propia o la de la pareja) para no arriesgar que surja la ternura, ya que la temen porque sienten que las puede volver demasiado frágiles. Por ese motivo, les es difícil cortar la relación, porque les otorga un cierto sentimiento de alianza en una forma de vínculo que logra alejar la sensación profunda ve vacío o desamparo, que aparecería (en ambos) si se rompiera la relación. Es el caso de esta pareja que hace poco salió en medios, donde tanta violencia ejerció él que cualquiera pensaría que ella apoyaría que lo encarcelen… Sin embargo, al día siguiente ella se escapó para unirse a él.

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