Hace poco, un amigo me consultaba sobre qué hacer porque, después de muchos años de matrimonio, cada vez soporta menos los celos de su mujer, a pesar de que la sigue amando. Siente que no puede vestirse con libertad, ni echarse una colonia que le gusta, ni mirar a nadie en la calle, ni conversar con amigas… A ella hasta le resulta “peligroso” que él se quede en casa cuando está sólo la empleada.
Mi amigo siente que se le va agotando la paciencia frente al interminable cuestionario al que se ve sometido permanentemente por su mujer (“¿dónde estuviste? ¿por qué te demoraste? ¿qué tenías que hablar con ella?”)… restricciones, interferencias y un mal humor que va en aumento, convirtiendo la convivencia en un infierno.
A mi buen amigo su mujer le sigue pareciendo guapa y deseable y él nunca le ha sido infiel. Las fantasías que pueblan la cabeza de su esposa hacen que lo rechace en la intimidad. Poco a poco, él va dejando de requerirla, de acercarse a ella, resintiéndose con cada oportunidad en que tiene que reprimir sus deseos. Este tipo de persecución algunas veces puede llevar a la infidelidad real.
Le expliqué que su esposa no estaba bien, que los celos son normales hasta cierto punto pero lo que me contaba era evidente que ya había rebasado la capacidad de juicio de su esposa y ya eran enfermizos. Le recomendé que procurara no reaccionar ante las demandas de su esposa como una afrenta personal sino como una manifestación de un problema psicológico de ella, que más bien requeriría ayuda profesional cuanto antes.
A veces estas formas de vínculo se estabilizan, conformando una díada perseguido – perseguidor, en particular en parejas muy dependientes, inseguras y con una inmensa necesidad de control. Un miembro de la pareja controla al otro para que éste "no caiga en la tentación", con lo que puede generar justamente lo contrario, ya que esta persecusión puede ser el detonante para que la pareja realmente se aleje.
Pueden haber distintas motivaciones detrás de la expresión de los celos. Puede ser, incluso, que sea el celoso quien tenga las fantasías o deseos que le adjudica a la pareja, pero lo tiene tan reprimido que no lo acepta en sí mismo. Al culparlo por aquello - que, además, casi da por hecho- empieza con el reproche y la censura, la sospecha se ahonda y se llega incluso hasta el delirio. En esta forma de relacionarse, poco a poco lo que predomina es la agresión, lo cual lleva al deterioro de la relación.
En el escenario infantil de una persona celosa, solemos encontrar que ya desde pequeña expresaba estos sentimientos, casi siempre frente a la presencia de nuevos hermanos, pero también ante la especial relación de los padres que le hacía sentir la exclusión.
La presencia de la celotipia en una pareja es un importante motivo de consulta. Puede ser la expresión de un trastorno obsesivo compulsivo, de una ansiedad desbordada que busca algún argumento para justificarse. Se ha visto, inclusive, que ciertas paranoias y trastornos severos de la personalidad se expresan de esta manera. Por tanto, es ineludible consultar a un especialista ya que los mejores esfuerzos del esposo, los hijos o la familia, no alcanzarán para resolver el problema. Hay que hacer un adecuado diagnóstico de lo que está moviendo la celotipia.
Mi amigo siente que se le va agotando la paciencia frente al interminable cuestionario al que se ve sometido permanentemente por su mujer (“¿dónde estuviste? ¿por qué te demoraste? ¿qué tenías que hablar con ella?”)… restricciones, interferencias y un mal humor que va en aumento, convirtiendo la convivencia en un infierno.
A mi buen amigo su mujer le sigue pareciendo guapa y deseable y él nunca le ha sido infiel. Las fantasías que pueblan la cabeza de su esposa hacen que lo rechace en la intimidad. Poco a poco, él va dejando de requerirla, de acercarse a ella, resintiéndose con cada oportunidad en que tiene que reprimir sus deseos. Este tipo de persecución algunas veces puede llevar a la infidelidad real.
Le expliqué que su esposa no estaba bien, que los celos son normales hasta cierto punto pero lo que me contaba era evidente que ya había rebasado la capacidad de juicio de su esposa y ya eran enfermizos. Le recomendé que procurara no reaccionar ante las demandas de su esposa como una afrenta personal sino como una manifestación de un problema psicológico de ella, que más bien requeriría ayuda profesional cuanto antes.
A veces estas formas de vínculo se estabilizan, conformando una díada perseguido – perseguidor, en particular en parejas muy dependientes, inseguras y con una inmensa necesidad de control. Un miembro de la pareja controla al otro para que éste "no caiga en la tentación", con lo que puede generar justamente lo contrario, ya que esta persecusión puede ser el detonante para que la pareja realmente se aleje.
Pueden haber distintas motivaciones detrás de la expresión de los celos. Puede ser, incluso, que sea el celoso quien tenga las fantasías o deseos que le adjudica a la pareja, pero lo tiene tan reprimido que no lo acepta en sí mismo. Al culparlo por aquello - que, además, casi da por hecho- empieza con el reproche y la censura, la sospecha se ahonda y se llega incluso hasta el delirio. En esta forma de relacionarse, poco a poco lo que predomina es la agresión, lo cual lleva al deterioro de la relación.
En el escenario infantil de una persona celosa, solemos encontrar que ya desde pequeña expresaba estos sentimientos, casi siempre frente a la presencia de nuevos hermanos, pero también ante la especial relación de los padres que le hacía sentir la exclusión.
La presencia de la celotipia en una pareja es un importante motivo de consulta. Puede ser la expresión de un trastorno obsesivo compulsivo, de una ansiedad desbordada que busca algún argumento para justificarse. Se ha visto, inclusive, que ciertas paranoias y trastornos severos de la personalidad se expresan de esta manera. Por tanto, es ineludible consultar a un especialista ya que los mejores esfuerzos del esposo, los hijos o la familia, no alcanzarán para resolver el problema. Hay que hacer un adecuado diagnóstico de lo que está moviendo la celotipia.
3 comentarios:
hola y si yo soy o ya llegue a esa clase de celos como la esposa del amigo, yo que puedo hacer, me siento mal, no quiero vivir asi
Ezther,
El primer paso para modificar esta situación es justamente sentirse mal, no desear seguir en este tormento, más aún si deteriora la relación con la pareja. El segundo paso es tomar la decisión de cambiar. Puede parecer obvio, pero es necesario decidirlo y mantener la decisión. Con esta motivación establecida, decanta natural un tercer paso que es el consultar con alguien para orientar la conducta a seguir en la solución del problema.
Cada caso es diferente, aunque se parezcan; por lo tanto, las soluciones siempre son "personales". Es importante, aunque no indispensable, contar con la ayuda del "celado", en especial si es alguien que con frecuencia hace cosas que provocan los celos.
Hace casi 3 años que estoy en pareja aunque vivimos a 300 klm de distancia... en todo momento e´l considera que, haciendo uso de su expresión, "marco tipos" con la mirada, controla mi forma de vestir, cuanto perfume me pongo, etc, para él sigo buscando el hombre... ha tenido en varia oportunidades expresiones descalifacantes hacia mi, mi analista me ha dicho que dificilmente él pueda resolver esa cuestión, no aceptada por e´l, porque forma parte de su estrcutura
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