Soy aficionado a la fotografía
desde hace mucho y una foto que siempre me ha resultado atractiva es la de la
luna llena; esa luna grande y brillante, con sus detalles de cráteres y
sombras, de la cual he ido capturando imágenes cada vez mejor logradas; pero,
aún tengo ganas de dar rienda suelta a todas las variables creativas a las que
se presta su mágica imagen.
Este fin de semana, más
precisamente entre el domingo por la noche y la madrugada del lunes 21 de enero,
se anunciaba el fenómeno de la “Luna de Sangre”, la que se produce cada tanto, cuando,
en un eclipse, la tierra resta la luminosidad directa del sol y la luna
adquiere un color rojo – anaranjado de diferentes intensidades.
Me entusiasmé con la idea de
tomar ESA foto. Dos días antes me puse a ensayar el manejo de mi cámara, los ajustes
del diafragma, de la velocidad, etc., revisando los pasos a seguir para obtener
una buena toma.
Llegada la fecha, tuve
inconvenientes en salir a tiempo de la playa en que me encontraba y terminé
llegando a Lima a la 1 a.m., ¡aún a tiempo! Subí a la azotea y, en medio de un
cielo nuboso, por demás, pude ver una luminosidad blanca de la luna que se
perdía entre las nubes en movimiento. Me
dije, “ya fue”, aunque sabía que estaba dentro del horario del fenómeno
anunciado… ¿Flojera… falta de decisión…? El asunto es que decliné continuar
buscando obtener mi deseada foto…
Por la mañana, me desperté luego
de soñar que estaba dando una conferencia en la que presentaba una larga
introducción, tanto que la audiencia daba por completa mi exposición, mientras que
yo insistía en que aún no había desarrollado lo más importante.
Poniéndome a examinar el mensaje
de mi sueño, me surgieron dos posibles explicaciones. Primero, fue que no hice
el esfuerzo suficiente para, decididamente, subirme al auto e ir a Cieneguilla o
donde fuera, no importando la hora, para tomar mi deseada foto. Era como que no estaba asumiendo de manera
activa la realización de mis deseos… Mucho
“bla, bla, bla”, sin concretar la cuestión de fondo (como lo haría un verdadero
fotógrafo). La segunda posibilidad de entender mi sueño, giraba en torno a la
conferencia que estaba dando, lo que me llevó a pensar que ando dándole largona
a ponerme a escribir un libro que tengo proyectado.
Y, bueno, más
allá de ponerme esta misma mañana a armar el esqueleto de lo que quiero
desarrollar en el libro, me di un espacio para compartir la enriquecedora experiencia
de examinar los sueños. Los sueños, como la luna con su cálida presencia, me iluminan con sus mensajes, alertándome,
como en esta ocasión, sobre algo que repito a menudo: “cuando se dan las oportunidades,
no hay que dejarlas pasar”.
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