Nos interesa presentar un tema que se escucha cada vez con
más frecuencia en las conversaciones sociales: “Es bipolar”, se dice, en una
suerte de diagnóstico popular, para describir a una persona cuyos estados
de ánimo cambiantes suelen ocasionar un problema a la hora de relacionarse con otros, porque no muestra la estabilidad emocional que
se esperaría y, muchas veces, no sabemos cómo manejarnos frente a estas
emociones cambiantes.
Como es
natural, todos tenemos oscilaciones en el ánimo a lo largo del día o de la
semana… Las alegrías y frustraciones son los resultantes de nuestra interacción
con los demás y con nosotros mismos. En el caso de la bipolaridad estas
oscilaciones del ánimo son mucho más intensas y escapan totalmente a las
posibilidades racionales de manejarlas. Se habla de un espectro bipolar en
función de los diferentes grados en que estas alteraciones del ánimo pueden
expresarse. En un extremo veremos las expresiones de la exaltación eufórica y
en el otro la depresión más profunda.
Un
punto extremo de la exaltación se conoce como manía. Se caracteriza por una persona en
hiperactividad, fuera de control, con una exacerbación de sus pensamientos y
sentimientos, eufórica y muchas veces con un sentimiento de omnipotencia y hasta delirante (dueña de una “verdad”). Puede
presentar, también, agresividad y otras alteraciones en el terreno del
pensamiento y las demás funciones mentales.
El otro polo del bipolar, el de la depresión, supone predominantemente
un decaimiento físico y mental, con un total retraimiento social y laboral, en
medio de sentimientos profundos de dolor y tristeza.
Vale la
pena saber que, cuando nuestros seres queridos tienen oscilaciones del ánimo
que los hacen (y nos hacen) sufrir, ocasionando problemas en la relación, el
trabajo y la vida en general, es indispensable comprender que se trata de una
alteración psiquiátrica y psicológica que, más allá de posibles reacciones
emocionales y morales que pueden movilizar, requieren una consulta con un
especialista, quien será el único autorizado a diagnosticar si se trata de una
bipolaridad o si se trata de alguna otra alteración psicológica que se le
parece, como, por ejemplo, un trastorno borderline o alguna forma de
esquizofrenia.
En lo
cotidiano, podemos encontrar contrastes en la expresión afectiva de nuestras
parejas debido a razones propias de una sensibilidad excesiva o a formas
ambivalentes de expresarse (tipo amor-odio), debido a problemas inconscientes
que han generado una personalidad que no deja de estar a la defensiva y que se
muestra muchas veces como contradictoria. Suelen ser huellas de problemas de la
infancia temprana, huellas de la relación con los padres y las circunstancias
que les tocó vivir.
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