Diego viene a
consultarme por presentar un cuadro de pánico. Hace unos días, estando en su
oficina, de pronto siente una intensa y angustiante sensación de que le va a
pasar algo, que le va a dar un infarto… Empieza a sudar frío mientras el
corazón emprende un galope desenfrenado, con escalofrías, su sensación es como si se ahogara y surgen una infinidad de síntomas, entre los que emerge fulgurante la sensación de que
no va a poder cumplir con las cosas que tiene pendientes en el trabajo.
Conversando sobre su
vida, nos encontramos con que hace 5 años que no se toma vacaciones completas
porque siempre tiene temas laborales pendientes. Su horario de trabajo comienza
a las 8, pero nunca sabe a qué hora termina. A veces llega a casa a las 11 de la noche,
exhausto y, por supuesto, nunca encuentra despiertos a sus dos pequeños hijos.
Realiza las labores
de otras dos gerencias, aparte de la suya, siendo muy valorado por el
Directorio. Le cuesta delegar, en tanto
desconfía de que las cosas vayan a salir bien si no las hace él mismo.
Por el lado
positivo, encontramos que se da maña para jugar fútbol los sábados y cuenta con
una esposa bastante tolerante, aunque en los últimos tiempos la vida íntima más
bien escasea, tendiendo ambos a una rutina de “sacrificio por la familia” (ella
también trabaja).
Al parecer, cuenta
con un equipo muy eficiente, aunque sobrecargado de trabajo, con tareas casi
siempre “para ayer”, en parte debido a que Diego siempre piensa que van a poder
con todos los encargos que él no cesa de aceptar.
Tema
El estrés laboral
desmedido y prolongado es causa de una serie de trastornos psicológicos,
psiquiátricos y físicos, llegando incluso a provocar la muerte de las personas
afectadas.
Dos factores básicos participan en la generación de estrés laboral: el trabajador y la empresa. Por un lado, la
empresa puede manejarse con un alto nivel de exigencia, sin tener en cuenta el
factor humano. Por el otro, el
trabajador, de por sí, puede tener alta su propia auto-exigencia, lo que, sumado a una falta de conciencia de sus limitaciones, puede dar
resultados nefastos, en el sentido de un desarrollo de estrés negativo.
Junto a estos
factores, gravitan una serie de complementos, a favor y en contra del
desarrollo del estrés laboral. Algunas cosas que pueden contribuir a aumentarlo o mitigarlo son: el entorno emocional, la capacidad de comunicación, el
reconocimiento recibido (personal, profesional, material), las frustraciones frecuentes o las gratificaciones, etc. Fuera del trabajo, el entorno amical, la práctica de
hobbies, deportes, distracciones, etc. y, especialmente, una familia sólida y equilibrada pueden ayudar a regular el nivel de estrés.
Un cierto nivel de
estrés es necesario para enfrentar retos y encontrar soluciones, para crear
alternativas, para consolidar un equipo de trabajo. La ausencia de estrés laboral
puede significar estancamiento o retroceso.
Pero, el estrés excesivo
o prolongado, que se conoce como distrés, no es útil para la tarea y, es más, la
perturba o perjudica, tanto como al personal involucrado. El estrés laboral
crónico puede producir un síndrome conocido como “burnout”, que se caracteriza por
agotamiento físico y mental al que se agrega un colapso emocional (depresión).
Discusión
En el caso de Diego, es evidente que su conducta lo ha llevado a padecer un serio problema de estrés. Desarrolla una crisis de pánico, como una expresión de
alarma, que lo lleva a pedir ayuda, para proteger la integridad de su organismo
(y de su persona).
Dentro de la empresa en la que trabaja, se ha constituido en
una suerte de “salvador” todopoderoso, sin percatarse de que se ha convertido en un fusible a punto de estallar
(su resistencia es de un amperio y trabaja con cargas de 3 amperios).
Lamentablemente, las características de su personalidad lo predisponen para este
problema. En tanto teme el fracaso,
tiene un nivel altísimo de autoexigencia. Su concepto de excelencia tiene como
baluarte el autosacrificio, por lo que se jacta de trabajar en vacaciones
(aunque en apariencia se queja por ello). Una tensión adicional proviene de la
culpa por no ver a sus hijos y a su mujer durante la semana.
La solución de sus
síntomas contemplaron el uso de psicofármacos, el ajuste de horarios, la orientación
en la delegación de funciones y una psicoterapia de apoyo, en función de
consolidar la toma de conciencia de sus limitaciones.
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